Upa estaba sorprendido.
Desde que empezó su trabajo en el Palacio de Uranai Baba pocas personas habían
llegado a luchar contra él.
Upa se entrenó duramente
después de ver como su amigo Goku derrotó a Piccolo Daimaō. Sabía que nunca llegaría a ser tan fuerte como él,
pero aún así quería cumplir su sueño y lograr subir a la cima de la torre de
Karin. Cuando llegaron los Cell Games, reconoció a Goku enseguida, y le animó
junto a todo su poblado. También convenció a todo su tribu a que levantaran las
manos para darle su energía a Goku para que pudiera derrotar a Kid Buu con la
Gendikama. Al cabo de dos años de eso, después de varios intentos fallidos,
consiguió llegar a la cima. Allí se encontró con Yajirobai y con Karin. Tardó
tres semanas en lograr coger el agua sagrada. Después de eso, Karin le regaló
un trozo de Nube Kinton y una lanza con la punta hecha con hierro sagrado, el
material de que estaba construida la Torre. Después de eso, el líder de la
tribu, su padre Bora, le dio permiso para que viajase por el mundo. Upa
participó en varios torneos mundiales, y ganó muchos de ellos. Para seguir
practicando, viajó hacia el Palacio de
Uranai Baba. Derrotó rápidamente a los 5 oponentes, y Baba le pidió que se
quedase cómo sexto guerrero. Upa no era capaz de quedarse mucho tiempo en ese
desierto, pero hizo un pacto conforme que cada vez que alguien derrotara a los
cinco guerreros, Upa iría al Palacio lo más rápido posible para luchar contra
él.
Ése día era
uno de esos. Mientras estaba cazando con su lanza,recibió un mensaje
telepático. Había un guerrero encapuchado que había derrotado a cuatro oponentes de un sólo golpe. Cuándo Upa llegó, el
encapuchado estaba a punto de empezar a luchar contra Akkuman. El demonio
asaltó con su tridente. El encapuchado cogió el tridente y lo partió por la
mitad. Akkuman sabía que debería dar-lo todo desde el principio. Lanzó su
Devilmite Beam. La luz envolvió a su oponente. El encapuchado, que sabía lo que
le esperaba, acumuló su Ki y hizo retroceder el ataque de Akkuman. El ataqué le
alcanzó y explotó en pedazos.
Upa le pidió a la adivina
que le dejase luchar contra el encapuchado en el ring principal. Sabía que
necesitaba tener el máximo espacio posible para luchar con su lanza. El
encapuchado tenía una fuerza extrema. Debería esforzarse al máximo.
Ginyu estaba aburrido. Si
no fuese imprescindible para su plan, ni siquiera lucharía contra tales
debiluchos. La verdad era que si no le hubiese devuelto su ataque al demonio
estaría muerto, pero los demás no le causaron ningún problema. Ahora tocaba
luchar contra el más “fuerte”. La verdad es que su scouter mostraba que tenía
un poder de 180, muy poderoso para tratarse de un humano. Tenía que terminar
rápido. Cuánto más esperase, más tiempo les daba a sus enemigos a encontrar las
Bolas de Dragón. Y si descubrieran dónde tenía escondida la suya, el plan se
iría al carajo. Su oponente se lanzó con una lanza. Ginyu la cogió. Hizo
palanca y su oponente salió por los aires. Ginyu cogió la lanza y se la lanzó.
El no lo sabía, pero había matado a su oponente de la misma forma con la que
Tao Pai Pai mató a su padre.
Baba no estaba contenta.
El guerrero le había dado un buen espectáculo, pero le había costado tres de
sus luchadores. Se acercó a su cliente.
–
Has ganado.
¿Que quieres que te busque?- Preguntó la bruja
–
Quiero que me
digas dónde está una persona- Respondió Ginyu
–
¿Quién?
–
Se hace
llamar Emperador Pilaf.
Baba se preocupó. Ese
nombre le sonaba de algo, no sabía de que. Igualmente, cogió su bola de cristal
y le dijo las coordenadas al guerrero.
–
Muchas
grácias- dijo Ginyu
Ginyu mató rápidamente a
todos los que estaban en el castillo. No podía dejar cabos sueltos. Ahora, necesitaba
ir a ver a Pilaf.
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